Abrahel es conocida como la reina de los súcubos.
Esta demonía comenzó a adquirir cierta popularidad cuando el demonólogo Nicolás Remy la describió en su Demonolatria (1581). Siempre toma la forma de una mujer alta y de delicadas formas, pero no puede ocultar completamente su naturaleza demoníaca.
Ella se dedica a seducir a los pobres de espíritu (principalmente a los campesinos y gente de poca instrucción), tomando siempre la forma de una mujer bellísima que los cautiva y dispone de ellos a su antojo, llevándolos a cometer verdaderas locuras.
Tiene una prodigiosa habilidad, y es que quien la observe todos los miembros de los que la observen se vuelven rígidos.
Cuentan que en 1581 conquistó a un pastor del Mosela, llamado Pierrot. Abrahel se entregó al pastor a cambio de la vida del hijo de éste, al que mató con una manzana envenenada. Al darse cuenta Pierrot de su complicidad en el tema se desesperó. Abrahel se le apareció de nuevo prometiendo la resurrección del muerto si era adorada como Dios. Así lo hizo Pierrot y adoró a Abrahel con lo que su hijo volvió pero con una semblanza lúgubre.
Al año el demonio abandonó el cuerpo del niño que cayó fulminado despidiendo un gran hedor. Tuvo que ser enterrado de forma oculta.